[Post] Primer acuerdo climático universal. Claves y Debilidades

[Post] Primer acuerdo climático universal. Claves y Debilidades

Dec 18, 2015. | By: Adriana Sánchez y Ana Morales

Este post explica las claves y debilidades del primer acuerdo climático universal al que se ha llegado en la Cumbre de París sobre el Cambio Climático. (puede ayudarse de la infografía).

Tras dos semanas de negociaciones, los 195 países reunidos en París aprobaron este sábado 12 de diciembre un acuerdo final que se espera que pueda entrar en vigor a comienzos de 2016.

Este es el primer acuerdo en el que tanto países desarrollados como países en desarrollo se comprometen a gestionar la transición hacia una economía baja en carbono.

El objetivo es lograr que el aumento de las temperaturas se mantenga bastante por debajo de los dos grados centígrados. Para lograr estos objetivos, los países se comprometen a fijar cada cinco años sus objetivos nacionales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. El texto establece que los países ricos seguirán ofreciendo apoyo financiero a los países pobres para ayudarles a reducir sus emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático.

¿Cómo se hará el seguimiento de los objetivos propuestos?

En 2018, los países evaluarán por primera vez los impactos de sus iniciativas contra el calentamiento global y analizarán nuevamente sus planes de reducción de emisiones de GEI.

En el texto aprobado se reconoce la necesidad de un mecanismo de “pérdidas y daños” asociado a los efectos adversos del cambio climático, pero no compensaciones.

El pacto no establece sanciones y será parcialmente vinculante, pero sobre todo determina la importancia de fijar un precio al carbono para estimular la transición energética que entrará en vigor en 2020.

Cuatro claves para entender el pacto de París sobre el cambio climático

Metas

Para lograr el objetivo de que el aumento de la temperatura media a finales de siglo se quede entre los 1,5 y 2 grados se establece que todos los países deberán alcanzar un techo en sus emisiones de gases de efecto invernadero “lo antes posible”.

Además, en la segunda mitad de este siglo, se deberá llegar a un “equilibrio” entre las emisiones de gases y la capacidad de absorberlos, principalmente el dióxido de carbono. Este último punto abre la puerta de forma clara a los mecanismos de secuestro y almacenamiento de carbono, una vía que defienden los países petroleros para no cortar con los combustibles fósiles.

Mitigación

El principal instrumento sobre el que se construye el acuerdo son las llamadas “contribuciones” nacionales. Cuando se analizan estos programas de reducción de emisiones el resultado es un incremento de la temperatura a final de siglo de cerca de tres grados. Por eso, el acuerdo establece que las contribuciones se revisarán cada cinco años al alza.

El primer análisis se realizará en 2018 y la primera actualización al alza en 2020, cuando entrará en vigor el acuerdo de París.

Otro de los instrumentos clave del acuerdo es la creación de inventarios para poder hacer un buen seguimiento de los programas nacionales de reducción. Se perfilan tres categorías: los desarrollados, que deberán dar completa información, los emergentes, que tendrán una menor exigencia, y los más pobres, que tendrán el nivel mínimo de obligaciones.

Vinculación

El ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, ha recalcado que el acuerdo será vinculante. Lo que no será legalmente vinculante son los objetivos de reducción de emisiones de cada país. Este punto se ha tenido que incluir para evitar que Estados Unidos, el segundo mayor emisor mundial, no se quede fuera del pacto, ya que tendría problemas para ratificarlo en su país si se le imponen desde fuera metas concretas de reducción de emisiones.

Sin embargo, en el texto propuesto por Francia señala que cada país firmante “deberá preparar, comunicar y mantener las contribuciones nacionales”. Y “deberá” poner en marcha “medidas domésticas” de mitigación para cumplir con los objetivos nacionales que se haya fijado en su contribución.

Financiación

Para que los países con menos recursos puedan adaptarse a los efectos del cambio climático y para que puedan reducir también sus emisiones se establece la obligación de que ayuda exterior por parte de los países desarrollados. El compromiso es lograr hasta 2025 que se movilicen 100.000 millones de dólares anuales.

En el documento se incluye la creación de un organismo internacional nuevo dedicado a las “pérdidas y daños”; cuyo desarrollo quedará para más adelante. Por último, el acuerdo también incluye la creación de mecanismos de mercado de emisiones de gases de efecto invernadero.

Puntos que se quedan fuera del acuerdo.

  • Se puede decir que los temas tratados y las conclusiones alcanzadas en esta COP21 convierte el acuerdo en algo más parecido a una declaración de intenciones que a un texto a la altura del reto que supone el cambio climático. Muchos puntos clave se quedan fuera o simplemente no se rigen por el acuerdo vinculante sino más bien todo queda en un mero acuerdo:

  • Se confía el cumplimiento de los compromisos a la compensación de las emisiones, en vez de a su reducción significativa por medio de un cambio en la forma de producir y consumir.

  • La provisión de fondos para la adaptación de los países más vulnerables ha quedado relegada a una decisión de la cumbre, no al acuerdo vinculante.

  • La justicia climática, la descarbonización, la financiación adecuada, los derechos humanos, la perspectiva de género, los refugiados climáticos… son muchos de los puntos fundamentales que han quedado fuera del texto final.

  • Se ha perdido una oportunidad de reforzar e internacionalizar un cambio de modelo basado en las energías renovables, que mantenga bajo tierra el 80% de los recursos fósiles. El objetivo propuesto sólo es posible de alcanzar con el abandono total del los combustibles fósiles en 2050 como tarde.

  • La revisión de los compromisos se hará demasiado tarde, cuando estemos cerca de haber emitido ya una cantidad de gases de efecto invernadero que implicaría superar el límite de 1,5 grados.

Este Acuerdo de París no es, por tanto, el final del camino, sino el comienzo de uno nuevo hacia un mundo bajo en carbono, sostenible y más justo.


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